lunes, 12 de diciembre de 2011

TIERRA SANTA II - Un viaje por el tiempo

Autor: Oficina Nacional Israeli de Turismo | Fuente: www.turisrael.com
Un viaje por el tiempo
Israel es hoy, y ha sido a través de los siglos, lugar de peregrinaciones de diferentes razas y culturas
Un viaje por el tiempo
Un viaje por el tiempo
Ningún país de la tierra ha estado durante tanto tiempo tan íntimamente relacionado con viajar - o, tal como se llama actualmente, turismo - como la tierra de Israel. Ya hace más de 3.000 años que el concepto de la peregrinación es una faceta fundamental del judaísmo.

Los investigadores creen que hace 25 siglos atrás, no era desusado que alrededor de un millón de peregrinos judíos subieran a Jerusalén tres veces por año para celebrar Pésaj (Pascua judía), Shavuot (Pentecostés) y Sukkot (Tabernáculos). Los fieles pernoctaban en gigantescas ciudades-carpa erigidas para ellos al norte y oeste de la ciudad.

Después de la destrucción del Templo a manos de los romanos en el año 70, la devoción de los peregrinos judíos se concentró en el único resto del Templo, la pared occidental de retención del recinto del Templo. A través de los siglos, sus angustiosas oraciones y la pena por la pérdida del Templo crearon el apodo de los observadores no judíos que la llamaron el "Muro de las Lamentaciones".

El advenimiento del cristianismo agregó una segunda dramática dimensión a la peregrinación a la tierra de Israel. Luego de la adopción del cristianismo por el Imperio Bizantino en el S-IV, el emperador Constantino le pidió a su madre, la reina Helena, que viajara a Israel en el año 324 a identificar los lugares del nacimiento, milagros, crucifixión y resurrección de Jesús. La autenticidad de los lugares seleccionados por Helena unos cuatro siglos después de los sucesos mismos, ayudada por los habitantes locales, ha sido considerada cuestionable - particularmente el lugar de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, lugar tradicional de la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesús.

Sin embargo, en años recientes, muchos arqueólogos e historiadores están regresando a creer que la cueva sobre la cual está construida la iglesia es realmente la tumba de José de Arimatea en donde, según relata el Nuevo Testamento, fue sepultado Jesús. Para muchos cristianos, sin embargo, la autenticidad de un sitio específico no tiene especial relevancia: es que si Jesús fue sepultado en este u otro lugar particular, o como muchos evangélicos y protestantes creen, unos cuantos cientos de metros hacia el norte, no tiene importancia. Su espíritu es lo que tiene un magnetismo trascendente.

Una tercera dimensión se agregó tres siglos más tarde, cuando los árabes, llevando la fe fundada por Mahoma en Meca y Medina (en la Arabia Saudita de nuestros días), barrió el Medio Oriente y el Norte de Africa, para penetrar España y los Balcanes. Jerusalén se convirtió en sagrada para una tercera fe – puesto que el Islam consagró la tradición de que el Monte Moriah –el sitio de los Templos judíos destruidos – donde tanto judíos como musulmanes creen que fue la escena del sacrificio de Isaac (medio hermano de Ismael, el antecesor del pueblo árabe) es también desde donde, 2.600 años más tarde, Mahoma dio un salto hacía los cielos. Las grandes mezquitas del Monte del Templo se construyeron en el siglo VII. Primero el Domo de la Roca, muy a menudo llamado incorrectamente "Mezquita de Omar" y cuando ya era demasiado pequeño para acomodar a las multitudes de peregrinos musulmanes, la basílica de Santa María construida por el emperador Justiniano en el siglo VI fue convertida en la gran mezquita de Al-Aksa.

Calificar las invasiones de los cruzados en Israel como "peregrinaciones", es hacer caso omiso a la terrible brutalidad de su paso. Ellos torturaron y asesinaron a miles de judíos y musulmanes en el intento de liberar Jerusalén. Sin embargo, por más crueles que fuesen, los cruzados fueron, sin duda, peregrinos, y dejaron una huella de iglesias y basílicas, fortalezas y murallas que permanecen en pie hasta nuestros días.

Después de la derrota final de los cruzados en 1291, peregrinos judíos, cristianos y musulmanes, continuaron viajando a Tierra Santa, pero sus números habían disminuido. El siglo XIX trajo consigo no sólo los comienzos de los tiempos modernos a Palestina, sino también una pequeña corriente, lenta al comienzo y luego como un torrente, de judíos que regresaban de la Diáspora para reavivar su patria, física y espiritualmente.

En 1869, Thomas Cook trajo su primer grupo de "excursionistas" a Palestina, servidos por equipos de guías-escoltas y rebaños de camellos y asnos que cargaban carpas, alfombras orientales, camas de bronce, bañeras de estaño, plantas en macetas, sillas de comedor y mesas damasquinadas para proporcionar el confort del hogar a los intrépidos peregrinos. American Express lo imitó muy rápidamente. Y en 1876, Karl Baedeker publicó su primera guía de "Jerusalén y sus alrededores". En 1892, los turcos construyeron una línea férrea para cubrir los 60 serpenteantes kilómetros de Jaffa a Jerusalén, reduciendo comparativamente el viaje de dos días a unas 4 horas descansadas; siete años más tarde, para proporcionar la pompa apropiada a la llegada del Kaiser Guillermo de Alemania, una imponente estación ferroviaria fue construida en Jerusalén. Y en vísperas del nuevo siglo, se inauguró un hotel cerca de la puerta de Jaffa de Jerusalén. El Hotel Fast, que ya no existe y que fue el primer establecimiento en la ciudad diseñado solamente para turistas.

Con la llegada de los británicos en 1917, Palestina se convirtió prácticamente en parte del Imperio Británico. Hacia el final de los años veinte una inundación de inmigración judía había transformado el país a todos los niveles, inclusive turístico. El antiguo puerto de Jaffa fue superado por Tel Aviv, un suburbio de jardines surgido de Jaffa en 1909. Tel Aviv aportó una nueva dinámica a Palestina – un sentido europeo de estilo y vida al aire libre. Como en Miami, Tel Aviv creó su propia arquitectura, una versión mediterránea y tropical del Bauhaus. Hasta hoy, Tel Aviv tiene más arquitectura Bauhaus que ninguna otra ciudad en el planeta. Mientras que las antiguas ciudades de Israel habían construido murallas para protegerse del mar, Tel Aviv fue diseñada para abrazar al Mediterráneo, con un paseo junto al mar de cafés y playas, y muy especialmente pequeños hoteles, abiertos a mediados de los años 30 por judíos originarios de Alemania. Y en 1930, judíos de Egipto, que tenían experiencia en recibir viajeros suntuosamente en Cairo y el alto Egipto en sus hoteles Shepherd, Winter Palace y Kataract, inauguraron un hotel igualmente imponente y de estilo colonial en la calle Julián de Jerusalén llamándolo King David en honor del rey que hizo de Jerusalén su capital.

El puerto de Haifa se convirtió rápidamente tanto en una base principal para la Royal Navy como un importante terminal marítimo, agregando Palestina a las rutas de la marina mercante mundial. En 1936 los británicos construyeron un aeropuerto en Lod, entre Tel Aviv y Jerusalén, en el lugar donde San Jorge luchó contra el dragón según la leyenda. Rápidamente se convirtió en una escala importante para las aerolíneas coloniales en ruta hacia el oriente. Y en 1935, la Agencia Judía – la institución casi gubernamental creada por los judíos de Palestina como un precursor de un gobierno independiente, creó su "Asociación para el desarrollo turístico de Palestina" y en una pancarta de estilo Art-Decó llamaba a los viajeros a visitar Palestina.

Al finalizar la segunda Guerra Mundial, con el trauma del Holocausto que la acompañó, los judíos de Palestina concentraron todos sus esfuerzos en ganar la independencia y en 1948 – luego de una pausa de 1878 años – un Israel independiente fue restaurado. La primera tarea – fuera de rechazar la invasión coordinada de sus cinco vecinos – era rescatar a cientos de miles de sobrevivientes del Holocausto, de refugiados e inmigrantes de Europa, Africa del Norte, Irak, Irán y Yemen. Viejos aviones de combate fueron obtenidos y puestos en servicio y, basados en una cita del libro de Oseas que quiere decir "hacia lo alto", los israelíes llamaron a su recién nacida compañía aérea "El Al".

Durante casi 10 años los israelíes trabajaron para construir un estado, rechazar a sus enemigos y absorber, alimentar, vestir, emplear y alojar a un millón de inmigrantes. No había mucho tiempo para pensar sobre una cosa tan superflua como el turismo. Pero la infraestructura estaba allí. Hacia 1956, El Al se había convertido en una aerolínea conocida internacionalmente. En 1953 otra familia judía de origen alemán, los Federmann, convirtió su pequeña casa de huéspedes en la costa de Tel Aviv en el lujoso hotel Dan, cuya opulencia y arquitectura futurística para la época asombró tanto a israelíes como visitantes. El gobierno intentó interesar a inversores extranjeros en la estructura del Hotel King David, cuya ala sur había sido destruida por terroristas en 1946. Y ahora cuando Jerusalén estaba dividida por alambres de púas y barreras antitanques, el King David no sólo estaba semidestruido sino ubicado al lado de la frontera de la "tierra de nadie". Nadie lo quería comprar. En 1950, hasta los propietarios judíos del hotel Willard de Washington y los de Palmer House de Chicago se negaron a adquirirlo por el precio ridículo de los manteles, las sábanas y la platería del hotel. Pero los Federmann tuvieron más visión. Compraron el King David, lo reconstruyeron a su grandeza y hasta fines de esa década se convirtió una vez más – tal como continua siéndolo – el hotel más emblemático de Israel.

Recién en 1957, cuando Israel se preparaba a celebrar su décimo aniversario, el gobierno decidió que las bases del estado ya eran lo suficientemente firmes como para permitir el gasto de esfuerzo y dinero en turismo. Unos años más tarde se inauguró el hotel Sheraton, la primera empresa turística en Israel financiada por una cadena hotelera extranjera.

Cuarenta años más tarde, y en el último año del Siglo XX, cuando Israel celebra su 52º Aniversario, los israelíes acogen a unos dos y medio millones de turistas al año en un país que sigue siendo exótico, pero que también ha llegado a ser sorprendentemente sofisticado y occidental. La moderna flota de El Al conecta lo que es hoy día el aeropuerto internacional Ben Gurion con cuarenta países. A través de todo Israel, abundan los hoteles, los restaurantes y las atracciones turísticas, con la presencia de la mayoría de las cadenas internacionales.

Para cada vez más viajeros, Israel es hoy un lugar de vacaciones con una extraordinaria variedad de ambientes, atracciones, facetas y posibilidades.

Y todo eso, contra viento y marea, particularmente en las décadas recientes, cuando reportajes exagerados sobre conflictos y violencia reales o imaginarios han dominado la percepción pública. No hay otro lugar en la tierra que aparezca tan frecuentemente en los titulares, casi invariablemente en un espíritu antagónico a todo turismo, que a pesar de ello continúe siendo un destino turístico de importancia y en pleno desarrollo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario